No cabe duda de que descubrimiento de la penicilina, realizado en el año 1928 en Londres de la mano de un científico escocés, Alexander Fleming, supone aún hoy en día uno de los grandes avances en medicina. Motivo por el que le dedicamos un espacio dentro de nuestra categoría de avances médicos.
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El error de Fleming que dio lugar al descubrimiento de la penicilina
El 24 de octubre de 1945 Alexander Fleming recibió el Premio Nobel de Medicina gracias al descubrimiento de la penicilina. Un hallazgo que se debe a una casualidad y al trabajo conjunto de un equipo de investigadores.
Fleming, investigador y bacteriólogo escocés del St. Mary’s Hospital Medical School de la Universidad de Londres, se da cuenta a la vuelta de sus vacaciones en 1928 de que en una de sus placas Petri el crecimiento de la bacteria Staphylococcus aureus se detenía en un lugar en el que esta había sido contaminada por moho verde (penicillium notatum).
Aislar este moho para estudiarlo y descubrir que producía una sustancia que era capaz de matar a las bacterias más comunes fue lo que permitió a Fleming descubrir la penicilina. Aunque más tarde abandonó el estudio a la inestabilidad y dificultad de aislar el compuesto.
Los otros (olvidados) protagonistas de este descubrimiento
Más tarde, en 1940, el compuesto sería aislado y probado en ratones por el equipo de Howard Florey (formado por él, Ernst Chain y Norman Heatley), un equipo que desarrollo el primer método de purificación del compuesto.
Tras este nuevo hallazgo hubo que esperar hasta 1943 para realizar ensayos clínicos con la penicilina. Estos, unidos al trabajo de Andrew Moyer para simplificar el proceso de obtención del compuesto, posibilitó su uso a gran escala durante la Segunda Guerra Mundial.
En 1945, Fleming no recibió el Nobel solo. Chain y Florey compartían el premio con él por ser los responsables del hacer realidad este descubrimiento.
La era de los antibióticos tras el descubrimiento de la penicilina
Podemos afirmar que el descubrimiento de la penicilina no solamente fue uno de los mayores hitos de la medicina. Dio paso a la era de los antibióticos haciendo posible prevenir y curar enfermedades que se consideraban mortales hasta ese momento: Sífilis, lepra, meningitis, gonorrea, gangrena… Y así, salvar millones de vidas.
Todavía hoy en día, la penicilina es uno de los antibióticos más utilizados para luchar contra infecciones bacterianas en personas y en animales.
Sin embargo, tal como advirtió Fleming, el abuso de este compuesto está provocando el surgimiento de bacterias más resistentes. Algo que, desafortunadamente, en estos momentos plantea nuevos retos a la medicina de nuestro siglo.
El uso de antibióticos, además de causar efectos secundarios, contribuye a la resistencia a los mismos, de ahí la importancia de seguir siempre las instrucciones de uso como:
- No terminar los tratamientos con antibióticos antes de tiempo, aunque nos sintamos mejor, ya que algunas bacterias aún podrían sobrevivir en el organismo.
- No tomar antibióticos que no hayan sido recetados. Hacerlo puede dar lugar a retrasos en un posterior tratamiento o causar efectos secundarios adversos para el organismo como sarpullidos, náuseas, diarrea, infecciones…
Como médico, es importante tener acceso a la historia clínica del paciente de forma rápida y sencilla. Este documento clínico permite conocer posibles alergias o reacciones a antibióticos y tratamientos anteriores, así como su efectividad en el paciente.
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